BELLA, VALIENTE Y APASIONADA
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La vida de Anita Delgado, bailaora malagueña que llegó a convertirse en maharaní (gran reina) de Kapurthala, es la que hemos elegido este año para celebrar el Día de San Valentín.
Protagonista de una bella historia de amor, nació un 8 de febrero en Málaga de familia humilde. Su hermana y ella estudiaron declamación para superar la timidez y pronto reveló sus dotes artísticas. La precaria situación familiar obligó a la familia a emigrar a Madrid donde debutó en el café-concierto Central Kursaal. Ana y Victoria se convirtieron en Las Camelias y animaban el ambiente bailando como teloneras mientras se cambiaban los decorados. Allí actuaban grandes figuras como La Fornarina, Pastora Imperio, Mata-Hari… y acudían muchos intelectuales y artistas como Ramón del Valle-Inclán, Ricardo Baroja y Julio Romero de Torres.

En aquellas fechas se iba a celebrar la boda del rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, por lo que en Madrid se dieron cita personajes de la realeza de todo el mundo. Uno de estos personajes, el maharajá indio de Kapurthala, Jagatjit Singh, acudió al espectáculo, quedando prendado de la joven malagueña. De inmediato, pidió la mano de esta adolescente de apenas 16 años que, inicialmente, no accedió al matrimonio.
El atentado que sufrió el cortejo nupcial de Alfonso XIII provocó que muchos de los invitados huyeran de Madrid y él se fue a París desde donde entabló una relación por carta. Se cuenta que los bohemios del Kursaal hicieron de celestinos reescribiendo la primera carta de respuesta de la andaluza. Según parece, Leandro Oroz, pintor y novio de Victoria, antes de echar la carta al correo pasó primero por el café y, cometiendo un flagrante delito, abrió el sobre. Valle-Inclán y él le dieron un repaso para corregir sus faltas de ortografía y su lenguaje popular y descuidado, convirtiendo la carta en un auténtico poema épico de amor, por lo que el corazón del maharajá se derritió. La insistente correspondencia hizo cambiar de opinión a nuestra protagonista que, finalmente, fue a París donde se casó por lo civil en 1907.
Posteriormente viajó a la India, donde contrajo matrimonio por el rito sij, en 1908, a la edad de 18 años. La ceremonia de Kapurthala duró diez días y sería recordada por su lujo y boato, acudiendo la novia a lomos de un elefante lujosamente adornado, seguida de un cortejo de otros 50 elefantes.
Vivió durante años en la India, donde tuvo un hijo, Maharajá Kumar Ajit Singh Bahadur, al que enseñó el idioma español. El parto fue muy complicado y estuvo a punto de perder la vida. En ese duro trance, Anita Delgado le prometió a su Virgen de la Victoria de Málaga que si intercedía por ella, le regalaría el manto más hermoso que nunca antes se hubiera visto. Una vez que regresó a Europa, acudió a la Iglesia de la Victoria en 1927 para cumplir su promesa. Sin embargo, al haberse casado por un rito no católico con un indio, el manto permaneció oculto en un cajón durante años por decisión de las camareras de aquel entonces.
En la India, su vida fue de lujo asiático y su marido mandó edificar una réplica del francés palacio de Versalles para ella. El maharajá tenía un harén de esposas, siguiendo la costumbre de su país, aunque Anita, que era la quinta, se convirtió en su preferida, por supuesto.

En 1914, debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, el rey viajó a Europa para ponerse al servicio del ejército británico. Su esposa le acompañó, haciendo importantes donativos a los hospitales franco-británicos y su hijo Ajit obtuvo el grado militar de teniente coronel.
Anita, que era veinte años menor que su esposo, mantuvo un tórrido romance con uno de los hijos de éste, más cercano a ella en edad. Cuando el romance fue a más, la malagueña terminó separándose, después de 18 años de matrimonio. La separación oficial se materializó, firmando un acuerdo de divorcio que mantenía una gran pensión para Delgado, además de sus joyas, la nacionalidad india y su estatus de maharaní. En 1925 regresó a Europa, viviendo a caballo entre París, Madrid y Málaga donde se la relacionó con varios personajes famosos como el torero Juan Belmonte.
Finalmente, se instaló en Madrid donde falleció en 1962 debido a un ataque cardíaco. Escribió un libro de sus memorias en la India titulado Impresiones de mis viajes a las Indias, donde llegaría a relatar que «hago lo mismo que un hombre: pinto acuarelas, escribo cuentos, voy de cacería, juego al golf, al tenis, al billar… Bebo champán, bailo flamenco y visto al estilo europeo. Soy motivo de escándalo, por supuesto, pero ¡qué importa! Viajo sin parar porque este país es de alucinar. Es como si visitaras otro planeta. Tengo suerte de tener un marido moderno, porque yo no podría resistir ni 24 horas en esta cárcel dorada».
Guardó siempre un buen recuerdo de su marido cuya muerte, en 1949, dos años después de la independencia de la India, lloró amargamente.
Hay numerosas biografías y libros que relatan su vida: Pasión india de Javier Moro (2005) o los de su biógrafa oficial Elisa Vázquez de Gey, la cual ha escrito cuatro, repletos de fotografías y documentos únicos.
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2 de febrero de 2023
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