CATALINA HOMAR, UNA MAYORALA POCO TRADICIONAL EN BALEARES
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El Día de las Islas Baleares se celebra el 1 de marzo, en conmemoración de la fecha en la que se publicó el Estatuto de Autonomía de 1983. Situadas en el Mediterráneo, las Baleares combinan varios islotes y dos grupos de islas: las Gimnesias, con Mallorca, Menorca, Cabrera, y las Pitiusas con Ibiza y Formentera.
Su gran belleza hace que posea dos lugares Patrimonio Mundial de la Humanidad: por un lado el Paisaje Cultural de la Sierra de Tramuntana inscrito en la UNESCO en 2011 y por otro: Ibiza, biodiversidad y cultura, inscrita en 1999.

En esta ocasión iremos a Monasterio de Miramar, ubicado a las afueras de Valldemossa, una de las fincas o possessions más antiguas de Mallorca. Fundado en 1276 por el rey Jaime II de Mallorca, a petición del filósofo Ramon Llull, como monasterio y escuela de lenguas orientales para los misioneros que intentaban convertir a los musulmanes del norte de África. Fue ocupado por diferentes órdenes religiosas (cistercienses, dominicos y jerónimos) y en el siglo XV, se instaló la primera imprenta de la isla.
En 1872 fue comprado por el archiduque Luis Salvador de Austria (1847 – 1915), undécimo hijo de Leopoldo II. Erudito, mecenas y pionero del turismo en las Baleares, lo convirtió en su residencia, dotándole de un sistema de miradores y caminos que permite disfrutar de unas vistas impresionantes. Un ejemplo, son las escaleras talladas en piedra construidas a los pies de la finca de Miramar en los puentecitos de Sa Font Coberta.
En 1887 conoció a una joven llamada Catalina Homar i Ribes (1869 – 1905), hija del carpintero de Son Moragues. Esta campesina de belleza angelical comenzó a trabajar de jornalera en la finca la Estaca, actualmente de Michael Douglas.
El archiduque Luis Salvador tenía una extensa cultura y le enseñó a leer y a escribir. Gracias al afán de superación y la inteligencia natural de la joven, pronto logró un hito en la isla donde el analfabetismo femenino superaba el 86%.
Su vida dio un cambio radical cuando la nombró mayorala de la finca la Estaca, donde ella daba ejemplo del trabajo duro y bien hecho a pesar de ser la encargada. Ayudaba a las jornaleras en los trabajos más pesados, prestando especial atención a las condiciones laborales de los agricultores de la finca a los que aumentó el salario e, incluso, les pagaba los días de lluvia en que no se podía trabajar. Así logró el respeto y la autoridad moral que, en Mallorca, tan difícilmente reconocían los hombres a las mujeres.

Introdujo mejoras para aumentar la cantidad y la calidad de la producción, contratando a los expertos vinateros de Banyalbufar. Promocionó el vino moscatel y la malvasía por toda Europa consiguiendo premios en París, Madrid y Chicago. A pesar de convertirse en la preferida del archiduque, no abandonó su responsabilidad como mayoral de s’Estaca y nunca cambió su vestimenta mallorquina por la nueva moda europea implantada en la nobleza local.
Según contaba el archiduque, cuando la emperatriz Sissí venía a visitarle, Catalina Homar y su prima paseaban como espíritus libres por la sierra Tramuntana, disfrutando de la naturaleza, del viento y de ese maravilloso paraje donde contrasta el mar y la montaña.
Catalina acompañó al archiduque en numerosos viajes en su yate Nixe, donde se entremezclaba la investigación con el ocio. Tras un viaje a Venecia, no se sabe exactamente qué sucedió, pero después de varios años su relación se rompió. De regreso a la Estaca enfermó y murió poco después de sífilis. Una vez muerta, el archiduque publicó el libro Catalina Homar en 1905, en el que describe su carácter bondadoso y su amor por la Naturaleza.
Catalina Homar fue una mujer adelantada para su época y condición social, de una sensibilidad extraordinaria, que supo combinar su condición de campesina con la de mujer liberal e independiente.
Si estás en la zona, puedes disfrutar de la Ruta de Catalina Homar que se inicia en el pueblo de Valldemossa y se adentra por la senda desde Cairats, en la finca pública de Son Moragues y otras fincas de olivos y encinas. Incluso sube a 800 m donde se convierte en un camino de garriga de montaña. La ruta tiene una longitud de 11 kilómetros que se pueden recorrer en aproximadamente 5 horas. ¡Anímate!
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
1 de marzo de 2023
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