EGERIA, AUTORA DEL PRIMER DIARIO DE VIAJES
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Egeria escribió el relato de viajes más antiguo del que se tiene noticia en España firmado por una mujer. En el siglo IV, contó sus aventuras en cartas dirigidas a sus amigas, como si fuera un “diario de viajes”.
Existen muchas lagunas en cuanto a su biografía pero, según concluye Idacio en su Chronicon, Egeria nació en la península Ibérica, en un lugar que se situaría en la provincia romana de la Gallaecia. Algún autor ha propuesto que fuera de El Bierzo, porque era el lugar de residencia de sus hermanas y desde donde inició su viaje.
Lo que sí se puede confirmar es su ascendencia noble, su posición económica acomodada y su notable cultura. Dominaba el griego, tenía amplios conocimientos geográficos y era una gran lectora. Incluso es posible que estuviese emparentada con el emperador Teodosio el Grande, oriundo de Coca, en Segovia.
Aunque no era monja, fue una mujer de profunda religiosidad, y, según sus propias palabras: “de ilimitada curiosidad”, que había leído casi todo sobre las descripciones de los Santos Lugares. Su motivación para emprender este arriesgado viaje fue puramente religiosa.

Entre 381 y 384, visitó los Santos Lugares de la época (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla), plasmando sus impresiones en el libro Itinerarium ad Loca Sancta. El manuscrito está redactado en latín vulgar, tal como era hablado en la época, lo cual ha sido de gran utilidad para estudiar la transición del latín clásico al tardío.
Gracias a la pax romana, Egeria viajó desde Gallaecia hasta Mesopotamia casi sin obstáculos. Partió de tierras hispanas siguiendo la ruta de Lugo, el Bierzo leonés, Astorga, León, Palencia, Clunia, Numancia, Tarazona, Zaragoza, Huesca, Lérida y sur de Francia donde coge la vía Domitia que le llevará hasta Roma. Ya en barco, llegó a Salónica, Heraclea de Tracia y Constantinopla, ciudad a la que llega en el año 381. De ahí, siguió por la Capadocia y las montañas del Tauro turco hasta llegar a Antioquia. Embarcó nuevamente para llegar a Sycania, que se corresponde con la actual Haifa, en Israel, puerta de entrada de Tierra Santa.
Visitó Jerusalén, Belén, Galilea, Jérico, Nazaret, Cafarnaúm y Hebrón. Su descripción del viaje comienza cuando va a subir el monte Yébel Musa, el monte de Dios o Sinaí, en cuya cumbre hay una pequeña capilla donde se veneraba la zarza ardiente de Moisés. Esta capilla, parece ser que fue realizada por Santa Helena y era mantenida por monjes anacoretas. Siguió por Antioquía, Edesa, Mesopotamia, el río Eúfrates y Siria desde donde regresó vía Constantinopla, aunque no hay constancia de la fecha, el lugar y las circunstancias de su muerte.
La narración describe con detalle el modo de viajar a través del cursus publicus romano, la red de vías utilizadas por las legiones en sus desplazamientos, que tenía más de 80.000 km. Así las dificultades a superar al transitar por paisajes inhóspitos. Solía emplear como hospedaje las mansio, o casas de postas, o en otras ocasiones acogiéndose a la hospitalidad de los monasterios implantados en Oriente desde hacía años, pero todavía casi desconocidos para Occidente. Varias menciones a lo largo del manuscrito sugieren la posibilidad de que contara con algún tipo de salvoconducto oficial que le permitió recurrir a protección militar en territorios especialmente peligrosos.
Egeria viajaba siempre con la Biblia como libro guía. Describe de una forma muy minuciosa todo lo que contempla y hace comparaciones con lo que había leído anteriormente. Aporta descripciones muy detalladas de las infraestructuras, del transporte, los ritos y costumbres de las zonas que atraviesa. Por eso, esta guía tiene una gran utilidad, ya que permite conocer en profundidad la época y los lugares por los que pasa.

La segunda parte de su diario se dedica a describir de forma pormenorizada la liturgia tal como se practicaba en Tierra Santa, con los oficios diarios, las grandes fiestas cristianas de Pascua y la Semana Santa. Este Itinerarium también apunta como eran los ritos de la iglesia cristiana de la Jerusalén del siglo IV.
Egeria regresó a Hispania, pero ya nunca más se supo de ella. Llama la atención su espíritu aventurero y su ansia por ver los Lugares Santos, algo sorprendente en aquella época. Su aportación es de gran valor para los historiadores por sus descripciones precisas, tanto de la sociedad, como de los usos de la época.
El periodista Carlos Pascual ha publicado “Viaje de Egeria” revisando y ampliando el texto original. Según este autor, en la corte de Teodosio mandaban las mujeres y este libro muestra la fuerza y el poder que tenían en esa época. Recordar que esta Peregrinatio o Itinerarium es un texto redactado en el siglo IV, copiado en el siglo XI por un monje de la abadía de Montecasino y recuperado felizmente a finales del siglo XIX.
Aún hoy, lo que se conserva de este recorrido no ha perdido ni la frescura ni el valor testimonial que supuso tan largo periplo en las postrimerías del Imperio Romano, vivido y relatado desde la perspectiva de una mujer singular, curiosa y decidida.
Si sales este verano, aprovecha y haz tu diario de viaje describiendo todas tus impresiones, ¡no te arrepentirás!
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
15 de julio de 2023
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