ISABEL LA CATÓLICA Y TOLEDO
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Isabel I de Castilla, nacida Isabel de Trastámara, fue la mujer más importante de la cultura, la política y la historia de España. Este personaje decisivo tenía un carácter fuerte que combinaba con una infinita paciencia y una gran clarividencia en todos los problemas y las cuestiones que suscitaba el gobierno.
Fue reina consorte de Sicilia y de Aragón en el siglo XV por su matrimonio con Fernando del que fue amante apasionada y bastante celosa. Parece ser que era un trastorno hereditario, ya que su madre, Isabel de Portugal, tuvo cierta enajenación mental causada por una depresión posparto y, según las crónicas, encerró tres días en un baúl a Beatriz de Silva, una de las damas que en la nueva Corte destacó por su belleza y que más tarde fundaría la Orden de la Inmaculada Concepción. Isabel supo contenerse y no llegó a los extremos de la celotipia que también su hija Juana padecería.
Aunque no fue especialmente fecunda,tuvo cuatro hijos en cinco partos, de los cuales tres fueron mujeres. No les dio el pecho, ya que lo normal es que les amamantasen las nodrizas de la Corte. Pero tanto ella como Fernando fueron padres cariñosos que hacían vida con sus hijos, y se preocuparon por su educación. Asimismo, los Reyes Católicos, conscientes de que en la época no existían los matrimonios por amor, buscaron los mejores compromisos logrando, además, una política matrimonial de alianzas que resultó muy eficaz. Sin embargo y a pesar de todo el esfuerzo, sus sucesores sufrieron amores no correspondidos, enfermedades, “locura” y muerte.

Isabel dio mucha importancia a la formación cultural e intelectual, especialmente para que sus hijas se formaran más allá de en las labores ‘propias de su sexo’. Acérrima lectora, organizó una extensa biblioteca con los mejores autores clásicos y contemporáneos. Además, como aficionada al cántico y al baile, introdujo los nuevos gustos musicales renacentistas.
Hizo venir a intelectuales como Beatriz Galindo, la Latina y a muchas otras que conformaron las puellae doctae, movimiento que floreció en su corte donde el ambiente en general estaba impregnado de religiosidad y cultura.
En cuanto a la vinculación con la ciudad imperial, encontramos varias curiosidades, como un pequeño palacio que la reina tenía dentro de la Catedral de Toledo. Según señalan en un interesante artículo Fernando Marías y Felipe Pereda (2007), éste estaba ubicado a continuación de una gran sala y compuesto de al menos tres cámaras y recámaras, un retrete, una capilla, la tribuna y una denominada sala de la copa cruz. Se trataba de un conjunto perfectamente integrado en el diseño de las dependencias claustrales, sin por ello perder la autonomía necesaria para albergar a los miembros de la casa real. Actualmente, se ha recuperado el balconcillo de la reina, desde donde oía la misa y al que se accede a través de un reducido espacio cubierto con una falsa cúpula elíptica. También hay un pequeño patio oculto, de planta rectangular de dos pisos, ambos adintelados.
Pero la obra más imponente de Isabel en Toledo fue la construcción del Monasterio de San Juan de los Reyes en conmemoración de la Batalla de Toro y del nacimiento de su hijo Juan. Se trata de un cenobio franciscano, cuya idea original era la de Panteón Real, que se convirtió en el instrumento perfecto de propaganda del programa político de los Reyes Católicos, ya que en él se ve una iconografía propia de los monarcas (Y F), así como el mote heráldico tanto monta. En su fachada, es impactante ver colgadas las cadenas y los grilletes que la reina hizo traer cuando liberó a los miles de prisioneros cristianos del reino de Granada.

Además, gracias a ella la Fiesta y la Procesión del Corpus Christi de Toledo alcanzaron fama mundial y un esplendor que aún se mantiene. La joya por excelencia que procesiona en el Corpus es la CUSTODIA DE ARFE que, en su interior, alberga el OSTENSORIO DE ISABEL LA CATÓLICA. Se trata de una pequeña custodia que el orfebre Almerique realizó a finales del siglo XV, con el primer oro que Cristóbal Colón había traído de Las Indias, una pieza de 17 kg. con el que obsequió a su protectora. Más tarde, al morir ésta, el cardenal Cisneros, compró esta custodia pero quería algo más suntuoso para las procesiones del Corpus. Para ello encargó un diseño a Enrique de Arfe que creó una maravillosa torre gótica de dos metros y medio de altura, cuajada de agujas, pináculos y pequeñas estatuillas bajo doseletes, para la que se emplearon 183 kilogramos de plata, 18 de oro y numerosas perlas, esmaltes y piedras.
Otra obra maestra de la época que luce en el Corpus es la CRUZ Y MANGA PROCESIONAL, monumental cruz de plata dorada y repujada, que Alfonso V, el Africano de Portugal, regaló al arzobispo toledano Alfonso Carrillo de Acuña, prelado que gestó y presidió el matrimonio de los Reyes Católicos. Así como la célebre CRUZ DEL CARDENAL MENDOZA, primer símbolo cristiano que se colocó en la Torre de la Vela de la Alhambra, tras la conquista de Granada por los Reyes Católico y que el propio cardenal legó en su testamento a la Catedral de Toledo.
Aunque no estaba destinada a ocupar el trono, Isabel llevó al reino de Castilla a la cúspide de su prestigio.
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
15 de junio de 2023
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