LA IMPORTANCIA DE LAS NODRIZAS EN LA HISTORIA
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El elevado índice de mortalidad materna durante el parto y postparto obligaba a buscar nodrizas que pudieran alimentar a los recién nacidos. Actualmente, esa práctica está en desuso, pero tuvo gran importancia hasta que, a mediados del XX, se extendió el uso de las leches artificiales.
El término nodriza, o ama de cría, ya aparece en el reinado de Hammurabi (1792-1750 A.C.). La Biblia también menciona a Debora, nodriza de Rebeca, como mujer que amamanta a un lactante que no era su hijo. Este recurso se incrementó entre las patricias del Imperio, no solo en los casos mencionados de fallecimiento de la madre o en los que era hipogaláctica, es decir, con producción insuficiente de leche materna, sino también porque la profesionalización de la lactancia permitía a la madre dedicarse a otras ocupaciones, abreviar el período entre embarazos o simplemente librarse de una tarea percibida como socialmente inadecuada para las clases superiores.
Estas personas cumplían un papel fundamental en las familias que las empleaban, al punto que llegaban a formar parte ella.

Ya en España, desde el siglo XII era habitual la presencia de las nodrizas reales y su trabajo aparece regulado por ley en las Siete Partidas de Alfonso X, el Sabio. Solían ser mujeres de extracción social muy humilde y no vivían en la ciudad. Una vez aceptados sus servicios se firmaba un contrato con el señor de la casa donde se establecía la duración del trabajo y su compensación económica. La fuerza del trato era tal que los tribunales aplicaban severas penas a cualquiera de las dos partes que lo incumpliera.
La monarquía fue la principal fuente de empleo de las amas de cría para garantizar la supervivencia de los infantes, asegurando su alimentación. Además, los reyes necesitaban tener el mayor número de descendientes posible y la lactancia reducía los tiempos de fertilidad. En agradecimiento, tanto reyes como reinas hicieron donaciones muy generosas a mujeres y hombres que se habían ocupado de criar a infantes e infantas, primero de la Casa de Austria, y luego de los Borbones. Ese fue el caso de María Sarmiento, ama de cría cántabra de Felipe II.
Durante la Edad Moderna empezó la demanda de nodrizas no sólo por necesidad, sino también por status, lo que se denomina ‘lactancia mercenaria’. Esta costumbre se extendió primero entre las élites, a imitación de la casa real, y finalmente se popularizó entre la burguesía urbana del siglo XIX.
Para buscar a la mejor nodriza se hacía un riguroso proceso de selección en el que se inspeccionaban no sólo sus condiciones físicas y médicas, sino también su condición moral, incluyendo un análisis de su expediente de sangre, para garantizar que fuesen de familia de cristianos viejos. Estas nodrizas conseguían una buena retribución y, a partir de Felipe V, podían llegar a conseguir algún título de hidalguía para sus familias, por lo que era una forma de ascensión social.
Gran número de mujeres en localidades rurales cercanas a la ciudad criaban a los niños en sus casas, pero en el siglo XVIII aparecieron críticas sobre esta práctica, ya que se las acusaba de negligencia y de tener malos hábitos de crianza y de alimentación. Asimismo, había mujeres de familias campesinas que se trasladaban a la ciudad para ejercer temporalmente de amas de cría y poder acumular un pequeño patrimonio que luego la familia podía invertir.

Las madres que entraban a servir habían tenido bebés que habían fallecido o, en caso contrario, debían entregar el niño propio a otra mujer, que podía ser de la familia o a la que se le pagaba alguna pequeña cantidad, y en los casos más desesperados se depositaba el niño en el Hospicio. Así, muchas de las mujeres que trabajaban en el servicio doméstico, como amas de cría o en otras actividades, se veían obligadas a entregar a sus hijos para poder trabajar. En la parte más marginal estaban las que servían en las Casas Cuna o Inclusas.
Hubo importantes amas de cría en lugares como Herencia, en la Mancha, o en Burgos de donde salieron más de 60 mujeres de localidades de la provincia para ser nodrizas de príncipes o infantes entre los reinados de Felipe II e Isabel II.
Pero en el siglo XIX ganaron mucha fama las nodrizas pasiegas, oriundas del valle cántabro del Pas, que eran las preferidas por los reyes para amamantar a sus recién nacidos, hasta el punto de que su uniforme pasó a ser el traje tradicional de la zona. Además de cántabra, para ser nombrada nodriza de la familia real, tenían que cumplir una serie de requisitos, entre otros, tener entre 19 y 26 años, estar criando a su segundo o tercer hijo; estar vacunadas y no podían haber criado a hijos ajenos.
Es curioso que exista un exhaustivo registro sobre las niñeras reales, incluso más abundante que sobre la clase política. Por ejemplo, se sabe quién fue la primera niñera de Alfonso XII, pero se desconoce quiénes fueron los Ministros de su Primer Gobierno. Interesante ¿no?
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
15 de julio de 2023
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