LOS PRODIGIOS DE SOR URSULA MICAELA
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Este extraño caso nos lleva a Alicante donde descansa el cuerpo incorrupto de sor Úrsula Micaela desde hace tres siglos. Entre otros prodigios, esta monja profetizaba muertes y tenía el don de la bilocación.
Úrsula Jerónima Morata e Iscaya (1628 – 1703), más conocida como sor Úrsula Micaela, fue una religiosa y mística, fundadora del convento de Clarisas Capuchinas de Alicante.
Era la menor de trece hermanos y sus padres murieron con tres días de diferencia en 1632, contando Úrsula con tres años de edad. Gracias a su hermana Sebastiana aprendió a leer y escribir, cosa poco corriente en su época, especialmente en las mujeres.
Desde niña inició su aprendizaje espiritual, adquiriendo las ideas dominantes de la época relacionadas con la oración, ayuno y mortificación, sobreviniéndole en su práctica otras experiencias místicas. De niña superó una viruela que casi acaba con su vida y así lo describe en su autobiografía: “sintió una inmensa claridad y luz divina que le llevó incluso a pensar que estaba ya en la gloria”. Posteriormente, llegó a profetizar la muerte de un sacerdote vinculado a la familia. Asombrada por su acierto, decidió abandonar a su novio e ingresar en el convento de las Capuchinas de Murcia.

Sor Úrsula hizo sus votos en 1647 y un año después, una terrible epidemia de peste la convirtió en improvisada enfermera. La célebre riada de San Calixto, en 1651, le produjo una crisis de fe, pero su confesor le ordenó que luchara contra la «noche oscura del alma» escribiendo su autobiografía. Algunas religiosas aterradas, protestaron por las levitaciones y profecías, y llegaron a denunciarla ante la Santa Inquisición. En 1653, como conclusión de la noche oscura, experimentó la transverberación del corazón de modo semejante a Santa Teresa de Jesús.
A sor Úrsula Micaela se le atribuyen diversas experiencias sobrenaturales también presentes en otros místicos, entre los que figuran los milagros, visiones, locuciones, levitaciones, ataques físicos del demonio y hasta experimentó la bilocación que supuestamente le permitía estar en dos lugares al mismo tiempo. Sin olvidar el don de profetizar, por ejemplo, un desbordamiento del Segura a su paso por Murcia. Incluso el rey Carlos II, Mariana de Neoburgo y Juan José de Austria mantuvieron correspondencia con ella. En 1661 fue elegida consejera y secretaria de la comunidad.
En cierta ocasión avisó a una familia de que su hijo, soldado en las guerras de Sicilia, acababa de llegar al puerto de Cartagena y debían ir a recogerlo. Efectivamente, allí estaba el joven.
En 1672 se trasladó a la ciudad de Alicante para fundar, junto a seis monjas más, el Convento de las Monjas Clarisas Capuchinas, del que sería primero vicaria y luego abadesa hasta su muerte. Este convento se encuentra actualmente en la calle Teniente Álvarez Soto y allí descansa el cuerpo momificado de su fundadora, desde que falleciera el 9 de enero de 1703.

Su fama de santidad hizo que el velatorio durase seis días pero, concluido ese plazo, las hermanas capuchinas avisaron a los médicos porque su cuerpo aún estaba caliente y flexible. Éstos registraron que, a pesar de estar muerta desde hacía muchas horas, el corazón permanecía caliente y un olor a rosas inundaba la celda. Así, la comunidad decidió no sepultar el cuerpo hasta que presentara signos de corrupción. Pero ya en 1742, casi cuatro décadas después de la muerte, el obispo de Orihuela ordenó que el cadáver se conservara en un arca. Por todo ello, se inició el proceso para la beatificación de la religiosa en 1984, y está pendiente del Vaticano concederle o no la santidad.
En 2009 se sometió el cuerpo a un exhaustivo análisis forense que demostró cómo el proceso de momificación natural de la religiosa «era verídico y realmente ocurrió». El estudio añadió que el cuerpo se encontraba, dentro de un orden, en buen estado. A pesar de que durante la Guerra de Sucesión, allá por el año 1706, le ataron una soga al cuello y lo arrastraron por las calles de Alicante. Y otra profanación sufrió el 11 de mayo de 1931, cuando una turba enloquecida saqueó e incendió el convento. Aunque las religiosas se marcharon del convento, los cuadernos autobiográficos fueron rescatados por dos monjas, que, con el pretexto de ir por ropa necesaria íntima, se los llevaron escondidos bajo una toquilla.
Sor Úrsula Micaela está en proceso de canonización y es un personaje histórico muy importante para Alicante.
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
1 de julio de 2023
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