MARÍA LEJÁRRAGA, UNA MUJER AVANZADA A SU TIEMPO
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María Lejárraga está considerada la libretista española más eminente y pionera de la Edad de Plata de la literatura española. Además de ser una gran dramaturga, diputada, maestra, editora, traductora y declarada feminista, fue una de las figuras más importantes en la formación y desarrollo del asociacionismo femenino español del primer tercio del siglo XX.
Más conocida como María Martínez Sierra, seudónimo que adoptó a partir de los apellidos de su marido, Gregorio Martínez Sierra, María de O Lejárraga nació en el emblemático pueblo de San Millán de la Cogolla, en 1874, aunque a los cuatro años se trasladó con su familia a Madrid, donde su padre ejerció como médico en Carabanchel. Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer donde tomó el primer contacto con las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza. Finalizados sus estudios de Comercio en 1891, trabajó como profesora de inglés para la Escuela de Institutrices y Comercio y acabó su formación de magisterio en la Escuela Normal Central de Maestras de Madrid, donde asimiló los postulados educativos y feministas de la mano de Emilia Pardo Bazán.

Su relación con el feminismo la lleva al Lyceum Club donde llega a dirigir su biblioteca. En 1914, es nombrada secretaria española de la Alianza Internacional del Sufragio de la Mujer (IWSA). El activismo político la lleva a fundar junto a Clara Campoamor y otras mujeres, la Asociación Femenina de Educación Cívica “La Cívica”. La necesidad de luchar por la paridad de oportunidades e igualdad salarial de hombres y mujeres la acerca a la política de la mano del Partido Socialista Español (PSOE), convirtiéndose en la número dos de Fernando de los Ríos, al ser elegida diputada por Granada al Congreso de la II República, en las primeras elecciones que contaron con la participación de las mujeres en 1933. Ya en 1916, había comenzado a publicar escritos feministas, bajo el nombre de su marido, recogidos en diversos volúmenes, como las Cartas a las mujeres de España (1916), Feminismo, feminidad, españolismo (1917) o La mujer moderna (1920).
En 1900, se casó con el estudiante de filosofía Gregorio Martínez Sierra y, a partir de entonces, todas sus obras aparecieron firmadas en solitario por su marido. No obstante, está acreditada la autoría íntegra de María de la mayor parte de sus trabajos, incluidas múltiples traducciones y adaptaciones dramáticas. Esta peculiar asociación se debía, por un lado, a que Gregorio era un gran gestor y excelente relaciones públicas y, por otro, a que las escritoras no estaban nada valoradas en la época. Así, mientras él daba a conocer y vendía los relatos en los círculos de la España intelectual; ella creaba obras que asombraban por su empatía y reflexiones deslumbrantes. La colaboración prosiguió incluso después de su separación y se fue distanciando cuando Gregorio tuvo una hija con Catalina Bárcena, primera actriz de su compañía, el “Teatro de Arte”, que organizó en el popular Teatro Eslava de Madrid, entre 1916 y 1926. Allí se estrenaron numerosas obras como la primera pantomima de García Lorca, El maleficio de la mariposa, o la primera revista ‘al estilo francés’ El jardín encantado de París, de José Juan Cadenas. Tras su fallecimiento en 1947, desaparecieron también las obras de María que fracasó al intentar reclamar su autoría, por lo que se vio obligada a descubrir la verdad ante el asombro de toda la sociedad.
Ambos crearon, en 1903, una gran revista titulada Helios que aunaría a los genios literarios del momento, como Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Unamuno o Jacinto Benavente y, más adelante, fundaron la editorial Renacimiento.

El éxito vino de la mano de la obra de teatro Canción de cuna, en 1911, lo que les abrió las puertas para asociarse con los más prestigiosos compositores de su tiempo, como Giménez (La suerte de Isabelita, Lirio entre espinas, 1912), Lleó (La República del Amor, 1908; La Tirana, 1913), Vives (Bergamino, 1922), Usandizaga, Turina, Falla o del Campo; cosechando importantes éxitos de proyección nacional e internacional.
Sus actividades políticas le valieron el exilio forzado durante la Guerra Civil: primero en Francia, después en Nueva York donde tuvo gran actividad en la prensa y en la radio. Vivió en México y Argentina, donde escribió dos memorias autobiográficas “Gregorio y yo”, y “Una mujer por caminos de España”.
En 1951, envió a Walt Disney el cuento “Merlín y Viviana”que éste devolvió. Se trataba de la historia de amor entre una gata y un perro, aristócrata una y callejero el otro. Cuando Lejárraga vio “La dama y el vagabundo” sintió una gran decepción por esta nueva usurpación. Murió 28 de junio de 1974, con casi 100 años, olvidada y sin descendencia.
Su obra se puede enclavar en el modernismo hispano, influido por el simbolismo y decadentismo finiseculares. Su teatro es refinado, moderadamente renovador y comercial al mismo tiempo, con importante caracterización de los personajes femeninos.
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
3 de abril de 2023
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