MARÍA
RODRÍGUEZ DE MONROY,
LA BRAVA
(Siglo XV)
Bio
Conocida como María la Brava, María Rodríguez de Monroy, nació en el Palacio de Monroy de Plasencia. Se casó con Enrique Enríquez de Sevilla, Señor de Villalba de los Llanos trasladándose a vivir al palacio que su marido tenía en Salamanca. Desde el siglo XIV, dos familias nobles estaban enfrentadas entre sí, los de San Benito y los de Santo Tomé, luchando por el control de la ciudad. La conocida como la Guerra de los Bandos, dividía la ciudad en dos zonas, separadas por la Plaza del Corrillo. En el siglo XV, el enfrentamiento adquirió mayor virulencia, siendo frecuentes las luchas y peleas diarias.
María enviudó quedándose con dos hijos adolescentes y un día jugando a la pelota, se desencadenó una trifulca que pasó de las manos a las armas y los Manzano asesinaron al menor de los Enríquez y, posteriormente, al mayor en una emboscada. Temiendo represalias, su padre de los Manzano les alentó para que huyesen a Portugal. María Rodríguez de Monroy regresó para dar cristiana sepultura a sus hijos y, en ausencia de varones, decidió vengar tal atrocidad y ejercer la justicia por sus hijos. Consiguió reclutar un pequeño ejército de veinte caballeros que tenía como objetivo localizar a los asesinos y darles muerte. Partió en dirección a tierras portuguesas, ofreciendo suculentas recompensas y poco después, los localizaron en una posada, en Viseu. María irrumpió capitaneando su ejército y allí mismo los ejecutaron. Cuando se hallaban sus cuerpos inertes desangrándose por el suelo, María los decapitó ante el horror de los caballeros que la acompañaban.
Cuentan que entró en Salamanca sosteniendo en su mano las cabezas ensangrentadas de Los Manzano y, según dicen, las clavó en la fachada de su propia casa. Esto encendió aún más los ánimos pero, gracias a la intercesión del fraile agustino Juan de Sahagún, el 30 de septiembre de 1.476 se firmó la conocida como el Acta de Concordia, acuerdo de paz que terminó con décadas de enfrentamientos, luchas y venganzas. María Rodríguez de Monroy pasó a la historia como María la Brava, por su valentía y arrojo.