MUJERES EN EL CEMENTERIO DE SAN MIGUEL
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El cementerio histórico de San Miguel entierra muchos secretos, pero en esta ocasión vamos a conocer algunas de las mujeres que rompieron moldes y que aquí descansan.
¿Quién fue y qué hizo Trinidad Grund? Su historia comienza en Sevilla, en 1821. Era hija de Federico Grund Steinert, cónsul de Prusia en Sevilla, que fue desterrado en 1832 por Federico Guillermo III por discrepancias con el Gobierno. Previo a su exilio, Federico envió a su esposa e hijas a Málaga, ciudad que disfrutaba de una economía más próspera. Trinidad y su hermana Julia contrajeron matrimonio en enero de 1848 con Manuel Agustín y Tomás Heredia Libermore, respectivamente, hijos de Manuel Agustín Heredia, una de las fortunas más importantes de la época.
El matrimonio de Trinidad y Manuel se desvaneció al cabo de cuatro años. Manuel, que padecía de trastornos depresivos, se quitó la vida a los 34 años y Trinidad se quedó con 31 años, dos hijos y un tercero de camino. Cuatro meses después, su hijo mayor, Manolito, sucumbió debido a las complicaciones surgidas en una intervención quirúrgica. En 1856 emprendió un viaje hacia Sevilla y se subió al vapor Miño rumbo a Cádiz, junto a sus hijas María Isabel y Manuela, de 6 y 3 años respectivamente, dos cuñados y una doncella. El barco naufragó, perdiendo la vida 64 de los 82 pasajeros. Trinidad sobrevivió al accidente al quedar su vestido atrapado en un banco de madera, lo que la mantuvo a flote hasta ser rescatada. Sin embargo, sus dos hijas murieron al ser arrastradas por un remolino causado por el naufragio.

A partir de ese momento, con 35 años, dirigió su vida y fortuna hacia obras de caridad. Trinidad estableció en 1859 el asilo de San Manuel en terrenos de su propiedad en el barrio obrero de El Bulto. La enseñanza quedó en manos de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En 1861, junto a otros miembros de la burguesía malagueña, fundó el colegio San Juan de Dios «Goleta» y participó en la construcción del Asilo de los Ángeles. Asimismo, desempeñó un papel fundamental en la ayuda a los malagueños afectados por epidemias como el cólera y el tifus.
Trinidad también se unió a un grupo de mujeres de la alta burguesía malagueña que atendían a los heridos de la Guerra de África en el Hospital de San Julián. Por sus obras de caridad, la reina Isabel II le otorgó la Banda de Damas Nobles de la Orden de María Luisa. Sin embargo, al conocer que la reina había reconocido el nuevo reino de Italia a expensas de los Estados Pontificios, Trinidad devolvió la Banda y se exilió en Roma hasta la caída del gobierno de Isabel II, momento en que regresó a Málaga.
Falleció en su hogar de la calle Peligro en 1896, a los 75 años, debido a un cáncer y su muerte fue noticia a nivel nacional. Fue sepultada junto a su esposo Manuel en el panteón de los Heredia en el Cementerio de San Miguel.
Otro perfil muy distinto e igual de interesante es el de Teresa Azpiazu y Paul (1862-1949), primera concejala de Málaga. Nació en Cádiz y se formó en Francia. Apenas con 18 años, erigió un centro educativo de carácter privado y más tarde orientó su talento a la enseñanza pública. En Málaga, obtuvo una plaza de profesora Numeraria de Letras en la Escuela Normal Superior de Maestras, de la que fue directora entre 1914 y 1926.
Reconocida pedagoga de renombre, abogó incansablemente por la educación de las clases más desfavorecidas y el papel preponderante de la mujer. Fue profesora de Victoria Kent y, más allá de su labor docente, desplegó su pluma como escritora, pronunció conferencias, contribuyó con artículos y fomentó la difusión cultural. Feminista moderada, defendía el derecho de la mujer a ejercer una profesión en igualdad de condiciones con los hombres. Tuvo una gran relevancia en la vida cultural y social de la ciudad siendo la tercera mujer que formó parte de la Academia de Ciencias en 1916.

José Gálvez Ginachero la instó a adentrarse en el ámbito político cuando Teresa ya había cumplido 62 años. Su actividad como concejal se centró en la enseñanza, la cultura y la mejora de las condiciones en las escuelas. Entró en el Ayuntamiento de Málaga, conocido como la Casona, y se mantuvo bajo el mandato de cuatro alcaldes.
En su honor el Ayuntamiento creó las Becas Azpiazu para estudiantes de magisterio con pocos recursos. Entre sus logros está la creación del Instituto de Anormales en el que se impartían enseñanza a sordos, mudos, ciegos así como la creación de un Patronato Local como apoyo a esa labor. También fue la impulsora del ropero normalista de Santa Teresa. En 1925 se le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII. En 1930 alcanzó la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo y su memoria quedó inmortalizada al cambiar el nombre de la Escuela de Magisterio de Málaga a Escuela de Magisterio Teresa Azpiazu y Paul.
Falleció con 87 años, dejando el camino abierto para las que la siguieron aunque, tuvieron que pasar más de 50 años para que otras cogieran su testigo en la Casona. Ahora descansa en un nicho del cementerio de San Miguel de Málaga.
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
15 de septiembre de 2023
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