MUJERES IMPORTANTES EN LA HISTORIA DE GALICIA
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Y como estamos en Galicia, vamos a hablar de María Soliña (1551- después de 1617) que fue una famosa pescadora y terrateniente gallega nacida en la villa de Cangas de Morrazo. Se casó con Pedro Barba, un pescador de la villa que llegó a poseer una empresa de manufactura de pescado, aparte de su embarcación, una dorna.
A principios del siglo XVI, de Cangas se extraían grandes cantidades de merluza, congrio y otras especies que se vendían frescas o se exportaban secas a varias provincias de España y del extranjero. Esta riqueza atrajo, en 1617, a unos dos mil piratas berberiscos que saquearon y quemaron la villa. Como consecuencia de este desastre, muchas mujeres perdieron el uso de la razón, siendo posteriormente juzgadas como brujas.

María Soliño fue una de estas víctimas a la que se juzgó como bruja en 1621, a los setenta años, por la Inquisición española en Santiago de Compostela, junto a otras ocho mujeres de Cangas. En la acusación se detallaba, como prueba, que acudía sola cada noche a la playa, pero omitía el hecho de que su marido y su hermano habían sido asesinados por los turcos en ese arenal, y que Soliña acudía a rezar para que el mar devolviese los cadáveres. Fue torturada hasta confesar para evitar el martirio.
Más adelante se descubrió que el afán por condenarla radicaba en que, entre las numerosas fincas y posesiones heredadas, se encontraban los derechos de presentación en la Colegiata de Cangas de Morrazo y en la Iglesia de San Cibrán de Aldán. Estos derechos consistían en que los sucesores del fundador de una iglesia podía proponer a su titular cuando quedara vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquella generara. A pesar de que la acusación oficial ante el Tribunal del Santo Oficio de Compostela fue de brujería, la causa real fue su riqueza material en una época de bajas rentas para nobles y burgueses.
María Soliño fue capturada y torturada en Santiago de Compostela hasta que confesó ser bruja desde hacía dos décadas. Requisaron sus bienes y derechos de presentación, principal objetivo, y la condenaron a llevar el hábito de penitente por seis meses. No hay partida de defunción, pero es muy probable que con setenta años muriera después del castigo, pues los daños físicos y psíquicos producidos en ella no podían dejar de notarse.
Por culpa de sus posesiones y la avaricia de los nobles María Soliño murió pobre y sola. Pero siempre se mantuvo en la memoria colectiva, aunque su imagen se haya deformado como bruja y loca.
Pero si hay una gallega valiente que destacó en la historia de Galicia por su fortaleza y arrojo es María Pita (1565-1643), símbolo identitario de La Coruña. Nacida en esta ciudad, se llamaba María Mayor Fernández de la Cámara y Pita y fue una heroína de la defensa de La Coruña en 1589 contra las tropas inglesas comandadas por el general Henry Norris y el almirante y antiguo corsario sir Francis Drake.
El alférez inglés que dirigía el asalto era el hermano de sir Francis Drake que asesinó al marido de Pita. Al verlo, llena de coraje, se apoderó de la espada y rodela de su marido, le arrebató la bandera, y clavándole la hoja dio muerte al oficial inglés. Dice la leyenda que, al grito de «quen teña honra, que me siga», logró desmoralizar a la tropa inglesa y darle la vuelta a una batalla que estaba casi perdida.
María Soliño fue una de estas víctimas a la que se juzgó como bruja en 1621, a los setenta años, por la Inquisición española en Santiago de Compostela, junto a otras ocho mujeres de Cangas. En la acusación se detallaba, como prueba, que acudía sola cada noche a la playa, pero omitía el hecho de que su marido y su hermano habían sido asesinados por los turcos en ese arenal, y que Soliña acudía a rezar para que el mar devolviese los cadáveres. Fue torturada hasta confesar para evitar el martirio.
Más adelante se descubrió que el afán por condenarla radicaba en que, entre las numerosas fincas y posesiones heredadas, se encontraban los derechos de presentación en la Colegiata de Cangas de Morrazo y en la Iglesia de San Cibrán de Aldán. Estos derechos consistían en que los sucesores del fundador de una iglesia podía proponer a su titular cuando quedara vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquella generara. A pesar de que la acusación oficial ante el Tribunal del Santo Oficio de Compostela fue de brujería, la causa real fue su riqueza material en una época de bajas rentas para nobles y burgueses.
María Soliño fue capturada y torturada en Santiago de Compostela hasta que confesó ser bruja desde hacía dos décadas. Requisaron sus bienes y derechos de presentación, principal objetivo, y la condenaron a llevar el hábito de penitente por seis meses. No hay partida de defunción, pero es muy probable que con setenta años muriera después del castigo, pues los daños físicos y psíquicos producidos en ella no podían dejar de notarse.
Por culpa de sus posesiones y la avaricia de los nobles María Soliño murió pobre y sola. Pero siempre se mantuvo en la memoria colectiva, aunque su imagen se haya deformado como bruja y loca.
Pero si hay una gallega valiente que destacó en la historia de Galicia por su fortaleza y arrojo es María Pita (1565-1643), símbolo identitario de La Coruña. Nacida en esta ciudad, se llamaba María Mayor Fernández de la Cámara y Pita y fue una heroína de la defensa de La Coruña en 1589 contra las tropas inglesas comandadas por el general Henry Norris y el almirante y antiguo corsario sir Francis Drake.
El alférez inglés que dirigía el asalto era el hermano de sir Francis Drake que asesinó al marido de Pita. Al verlo, llena de coraje, se apoderó de la espada y rodela de su marido, le arrebató la bandera, y clavándole la hoja dio muerte al oficial inglés. Dice la leyenda que, al grito de «quen teña honra, que me siga», logró desmoralizar a la tropa inglesa y darle la vuelta a una batalla que estaba casi perdida.
El ataque formaba parte de la estrategia de la reina de Inglaterra, Isabel I, para despojar del trono de Portugal a quien había sido su cuñado y posterior rechazado pretendiente: el rey Felipe II. El cerco duró desde la llegada de los ingleses en la madrugada del 4 de mayo de 1589 hasta el día 17, cuando se retiraron.

María Pita nació en un hogar modesto, ya que sus padres eran propietarios de una tienda en La Coruña. Contrajo un primer matrimonio con un carnicero, propietario de varias cases y algunas viñas lo que cambió su situación a partir de 1581. Tuvo una hija, María, pero cuatro años después enviudó. Volvió a casarse pero su marido falleció en el asedio inglés. Esta etapa fue dura al encontrarse con una pequeña que sacar adelante. Se casó en pocos meses con el capitán Sancho de Arratia que falleció en 1592, tras haber engendrado otra hija, Francisca.
Sostuvo bastantes pleitos, siendo el más singular el referido al alojamiento, en su casa, del capitán Peralta, lo que provocó la condena de María Pita a dos años de destierro y el pago de una multa de 4000 mrs. Al enviudar por última vez, y tras numerosos procesos judiciales, el rey Felipe II le concedió una pensión que equivalía al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y le concedió un permiso de exportación de mulas de España a Portugal. Más tarde renovaría dicha pensión ante Felipe III con relación de sus méritos.
Su vida mejoró cuando en 1598 contrajo su cuarto y último matrimonio con un hidalgo escudero de la Real Audiencia de Galicia llamado Gil de Figueroa, que falleció en 1613, habiendo establecido una cláusula en el testamento, por la cual su viuda perdía el usufructo de sus bienes en caso de contraer un nuevo matrimonio. La última etapa de la vida de la heroína no estuvo exenta de problemas. Además de ocuparse de defender los derechos de los dos hijos nacidos de su último matrimonio, Juan y Francisco Bermúdez de Figueroa, tuvo que hacer frente a numerosos pleitos derivados de la gestión de sus bienes y de los enfrentamientos registrados entre sus descendientes.
En febrero de 1643 falleció en Cambre y en su partida de defunción figuraba su deseo de ser enterrada en el convento coruñés de Santo Domingo, lugar de sepultura del último de sus maridos. Sin embargo, su tumba no ha podido ser localizada hasta la fecha. ¡Acuérdate de esta historia la próxima vez que vayas a La Coruña y veas su estatua!
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
1 de noviembre de 2023
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