MUJERES PODEROSAS EN EL HAREM ANDALUSÍ
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En la historia de España durante la época musulmana, algunas concubinas destacaron por su influencia o posición en la corte. Muchas leyendas cuentan a menudo rivalidades y celos, especialmente entre las esposas principales y las concubinas por el favor del gobernante. No obstante, al ser el harén un centro de poder, muchas supieron utilizarlo en su beneficio propio.
Uno de los casos más señalados es el de Aixa Bint Muhammad Ibn Al-Ahmar. Conocida como al-Hurra, La Honesta, fue hija de rey, esposa del sultán Muley Hacem y madre de Boabdil el Chico, último sultán nazarí del Reino de Granada. Es una de las personalidades femeninas más célebres de la historia de Al-Andalus al convertirse en el alma de la resistencia contra la reconquista. Según la leyenda, cuando los Reyes Católicos tomaron Granada, le dijo a su hijo: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre”.
Aixa fue durante veinte años la sultana consorte del rey Muley Hacem con el que tuvo dos hijos, el mencionado Boabdil y una hija llamada Aixa. Pero el sultán se enamoró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solís, que tomó el nombre de Zoraya al convertirse al Islam, con la que tuvo dos hijos varones. Aixa perdió su condición de sultana y fue confinada. Como tenía un gran patrimonio, se construyó el Palacio de Dar-Al-Horra, ubicado en el Albayzín. Su gran prestigio, le hizo gozar de influencia y poder político y, ante la rivalidad con Zoraya y el temor por la sucesión de sus hijos, conspiró para favorecer el acceso al trono de su hijo con el apoyo de los abencerrajes que liberaron a Boabdil de una de las torres de la Alhambra donde su padre lo tenía preso. Tras una sangrienta guerra civil, finalmente el 5 de julio de 1482, Boabdil fue proclamado rey de Granada.

Cuando la ciudad se rindió a los Reyes Católicos en enero de 1492, Aixa partió al exilio con su hijo, primero al señorío de Andarax, en la Alpujarra, y un año después, a la ciudad marroquí de Fez. Aixa luchó por sus derechos y los de sus hijos con una firmeza inusual en una mujer del siglo XV, que ha sido recogida por la literatura romántica y convertida en un drama de pasiones, celos y venganzas.
Otro caso curioso es el de Subh, la Sayida (940-999). Conocida con el sobrenombre de Subh al-Baskunsiyya, Aurora la vascona, se casó con Al-Hakam II y fue la madre de Hisham II. Era rubia y hermosa, fue adiestrada como jawari, esclava cantora, además era políglota y sabía de derecho, matemáticas, física y astronomía. De joven esclava pasó a ser la favorita del califa quien, a pesar de tener un harén bien surtido, estaba poco interesado en lo femenino. A los 46 años seguía sin haber tenido ningún hijo, por lo que se rumoreaba que era homosexual. Subh le sedujo vistiéndose como un efebo a la moda de Bagdad, lo que agradó tanto al califa que la llamó Yafar, el nombre masculino que había elegido. Al poco tiempo, la astuta concubina le dio un heredero y se convirtió en umm walad, sultana o reina madre. El califa como recompensa por haberle dado dos hijos varones le regaló el conocido como Bote de Zamora.
Llegó a confiar tanto en ella que le encomendó, junto a su visir, el gobierno del califato que llevó a su máximo esplendor. Además, le permitió deambular fuera de la ciudad, dominando la vida cortesana en Medina Azahara y teniendo gran influencia en el desarrollo político del Califato de Córdoba. Así conoció al joven yemení Abu ʿAmir Muhammad ben Abi, más conocido como Almanzor, al que ayudó en su meteórica carrera y ambos acabaron siendo amantes. A la muerte de Al-Hakam II, Almanzor se hizo con la regencia. Sin embargo, éste la traicionaría para quedarse con el poder lo que desembocó en una dictadura militar. Cuando decidió fundar su propia dinastía y desplazar oficialmente al califa a un cargo religioso, se produjo la wahsa, ruptura, entre Subh y Almanzor. Así se inicia la división de los reinos de taifas y el consiguiente declive del califato de Córdoba.

Además, en la corte encontramos tres ejemplos de poetisas “libertinas”: Wallada bint al-Mustakfi, Muhya bint al-Qurtubiyya y Hafsa bint al-Havy ar- Rakuniyya.
En la Córdoba omeya del siglo XI, sobresale Wallada bint al-Mustakfi, una poetisa y mujer culta, hija del califa Al-Mustakfi. Destacó por su belleza y talento poético y tuvo relaciones amorosas con varios poetas y hombres de letras, convirtiendo su corte en un centro de poesía y conocimiento.
Rompió con los cánones de la mujer musulmana y gozó de una libertad e independencia desconocidas. Usaba su literatura para expresar abiertamente lo que pensaba y sus sentimientos más íntimos. Pionera en romper las barreras de la vergüenza, se mostraba con total indiferencia ente las críticas y decía que la vida no era más que un trago del vaso de los placeres.
Se paseaba por Córdoba con los versos bordados en las mangas de su vestido. En la manga derecha llevaba: “Estoy hecha, por Dios, para la gloria, y camino orgullosa, por mi propio camino”. En la izquierda: “Doy poder a mi amante sobre mi mejilla y mis besos ofrezco a quien los desee”. Pertenecía a una clase que le permitía gozar de cierta independencia, tenía dinero y abundantes privilegios.
Wallada heredó los bienes de su padre y cuando éste murió abrió su palacio a la educación de las mujeres de buena familia e incluso a las de baja condición y a las esclavas.
Su historia de amor con Ibn Zaydum, uno de los grandes poetas de su época, tuvo un trágico final que llevó al poeta a exiliarse de Córdoba y acogerse al mecenazgo de Al-Mu’tamid, otro gran poeta y último rey abbadí de Sevilla.
Antes de finalizar, hay que recordar que las mujeres andalusíes poseían sus propios bienes, pues el Corán dota a las mujeres de un estatus legal de igualdad en lo económico, estableciendo el derecho a la autogestión e independencia.
Giovanna G. de Calderón
MUJERES Y PATRIMONIO
1 de septiembre de 2023
Me alegro mucho de que hayas tratado este asunto. Te felicito. También quisiera decirte que hay que corregir varios errores históricos y léxicos. Un abrazo.
Muchas gracias Pedro. Un saludo