TARUB
(Siglo IX)
Bio
Tarub fue una de las concubinas favoritas de Abderramán II y madre su hijo Abdalá, lo que suponía una serie de privilegios, como emanciparse al morir el emir o disponer de su fortuna con toda libertad. Su nombre se puede traducir por “embeleso”, que es lo que sentía el emir por ella. Tarub conquistó su corazón porque se hacía desear y, cuando por fin accedía a recibirle, el emir iba a sus aposentos y la obsequiaba con bolsas repletas de dinares.
Tuvo dos hijas y, gracias a su enorme poder sobre el Emir y la Corte, logró reunir a jueces y jurisconsultos, para que éstas recibieran un gran patrimonio como herencia. Esta introducción del caudal hereditario femenino, creó un precedente para hijas de otros emires y califas. Además recibió el conocido como Collar de Tarub, alhaja perteneciente al Tesoro del Califato de Damasco, única pieza recuperada por reyes sirio-cordobeses y la joya más preciada de la Corte Omeya. La ambición la llevó a su próximo objetivo que era convertirse en madre del heredero. Para ello, tenía que deshacerse del primogénito, Muhammed, y para lograrlo, se confabuló con el eunuco Nasr para asesinarle. El intento fracasó al ser descubierto, el eunuco murió pero ella, a pesar del escándalo, no recibió castigo alguno.
Fundó una mezquita en el arrabal de Córdoba. Además de caminos, su importante actividad constructora la llevó a edificar fuentes y baños que llevaron su nombre. Según recogen los cronistas, Tarub era tan avariciosa que guardaba un tesoro en el pozo del patio del Convento de Santa Clara, entre los que se encontraba el famoso Collar de Tarub.