TODA AZNÁREZ,
REINA DE PAMPLONA
(876-958)
Bio
Toda Aznárez fue una de las reinas más importantes de la España cristiana que durante siglos convivió con la España musulmana. Hija de una familia noble y casada con el rey Sancho Garcés I de Pamplona, ejerció un papel clave durante el reinado de su marido y después de su hijo para afianzar la dinastía Jimena. Era nieta de Fortún Garcés, también rey de Pamplona y tía carnal de Abderramán III.
Tuvo siete hijos con los que llevó a cabo una importante red de alianzas matrimoniales que amplió la influencia del reino pamplonés. Evitó la guerra con Abderramán III invocando el parentesco, que cedió a cambio de que Toda se presentara en su campamento musulmán. Para ello, no dudó en viajar durante buena parte de su vida a los territorios tanto cristianos como del Al-Ándalus para cerrar pactos matrimoniales para su amplia prole y establecer acercamientos políticos con el reino de Abderramán III. Selló un tratado de colaboración con el califa, que invistió al hijo de Toda, García Sánchez I de Pamplona, como rey de Pamplona y sus distritos. Las tropas musulmanas atravesaron el ahora aliado reino de Pamplona y marcharon contra el reino de León, donde asolaron Álava y Castilla y lograron deponer a Ordoño. Posteriormente y según fuentes de la época, los sarracenos fueron derrotados en la batalla de Simancas, en 939, gracias a la reina Toda.
En el año 925, después de veinte años de reinado, Sancho Garcés I fallecía dejando a Pamplona con un rey de poco más de seis años de edad. Hasta que García I Sánchez fue considerado mayor de edad, éste fue tutelado por distintos ayos bajo la atenta mirada de la reina viuda. Convertido ya en rey, en 933, Toda tuvo un destacado papel en la política diplomática de su hijo con reinos cristianos y también con el califato de Córdoba.
A Sancho Garcés I se le conoce como El Grande y parte, de esa grandeza la obtuvo por la colaboración inteligente de su esposa, la primera gran reina de la dinastía Jimena. Descansa en un sencillo sarcófago que se encuentra en el atrio del monasterio de Suso.