ÚBEDA, BAEZA Y LA MUJER OLIVARERA
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El 26 de noviembre se celebra el Día Mundial del Olivo, planta cultivada desde el 4000 a.C. por su gran utilidad en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Además del uso culinario y religioso, el aceite también se ha empleado en cosmética, medicina, perfumes o iluminación desde tiempo inmemorial.
Venerado por diferentes culturas, este árbol misterioso representaba la inmortalidad. Considerado mitológico en la Antigua Atenas, se creía que los dioses nacían bajo un olivo. Los juegos olímpicos quedaban inaugurados con el encendido de una de sus ramas, y las coronas de los atletas se elaboraban con las hojas del olivo sagrado al lado del templo de Zeus.
Los fenicios lo importaron sobre el año 1050 a.C., aunque el cultivo no se desarrolló de manera mayoritaria hasta la llegada de los romanos.
Su simbología también ha sido destacada para el cristianismo, apareciendo en el libro del Génesisy con mayor relevancia en el Nuevo Testamento. En la unción, los santos óleos traen la dimensión de muerte y resurrección y tanto en el judaísmo como en el cristianismo medieval se utilizó para consagrar a los reyes.

Pero si hay un paisaje del olivar por excelencia en España, éste se encuentra en la provincia de Jaén donde germinan más de setenta millones de olivos, gracias al esfuerzo de los hombres y mujeres de esta provincia que desde tiempo de la cultura íbera aprovecharon el zumo de aceituna como uno de sus alimentos básicos junto al trigo y la vid.
Allí encontramos dos tesoros del Renacimiento entre un mar de olivos que son Úbeda y Baeza, declarados Patrimonio de la Humanidad en 2003. Tras la caída definitiva de Granada, en 1492, ambas ciudades situadas a las puertas de Andalucía oriental, acogieron a nobles hacendados que se instalaron en las ricas dehesas de Jaén, la productora del mejor aceite de oliva del mundo. En el siglo XVI, experimentaron cambios importantes, al efectuarse obras de renovación inspiradas en el estilo del Renacimiento. Estas transformaciones urbanísticas se debieron a la introducción en España de las ideas humanistas procedentes de Italia. Con ellas vinieron arquitectos, clérigos, comerciantes y multitud de gente que transformaron las antiguas medinas musulmanas en pequeñas colecciones del mejor renacimiento peninsular. Un ejemplo magnífico es el Palacio de Jabalquinto, en Baeza, con su fachada gótico-isabelina completamente decorada con escudos, picos, florones, piñas, pináculos, arcos conopiales, así como elementos subidos de tono para la época como un capitel de vaginas en la columna de la izquierda y de testículos en la de la derecha, además de personajes desnudos en actitudes sexuales en el arco de la portada.

Muchas son las mujeres que han destacado en esta tierra, como Himilce, princesa íbera nacida en el siglo III a.C. en Cástulo, colindante con la actual Linares. Su padre, el rey Mucro, entregó su mano al general cartaginés Aníbal Barca para evitar enfrentamientos, lo que supuso un acuerdo de paz entre Oretania y Cartago al inicio de la segunda Guerra Púnica, que finalmente se rompió. Juana de Castilla, conocida como la Beltraneja, hija única y heredera del rey Enrique IV el Impotente y de su segunda esposa la reina Juana de Portugal, es considerada hija bastarda del rey a quien se le acusó de haber forzado a la reina a tener un hijo con su favorito, Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque y noble ubetense. O Beatriz de la Cueva, nacida en Úbeda en el siglo XV o “de las innovaciones”, que fue la primera y única mujer que ejerció el cargo de gobernadora de Las Indias.
Las mujeres han tenido y tienen granimportancia en las labores agrarias de esta comarca, ya sea en la recolección de cereales o en la aceituna. En todas interviene la mano de obra femenina, por ser la más adecuada, aunque a cambio de míseros salarios hasta 1998 cuando, según convenio laboral, se logra una aparente igualdad.

Según apuntan José Luis Anta y Matilde Peinado en su investigación “Las mujeres en el olivar andaluz”, en las cuadrillas tradicionales trabajan hombres y mujeres, pero éstas siempre deben estar respaldadas por un hombre. Es decir, toda mujer que quiera trabajar en ellas debe cumplir un requisito que se torna como imprescindible: estar acompañada por un hombre, o, como se dice en el mundo aceitunero, “llevar una vara”. Normalmente las mujeres casadas recurren a sus maridos, mientras que las solteras a sus hermanos o a sus novios, lo cual no excluye otras fórmulas de asociación entre ambos géneros, pero siempre encaminadas a justificar la presencia de la mujer en el trabajo.
Esta circunstancia se ha visto incrementada en los últimos años debido a nuevas técnicas de recolección y limpieza, la “limpia” de la aceituna. Como denunció Antonio Marcos, dirigente de la Federación Agroalimentaria de UGT, en la campaña de 2010: “a las mujeres se les dice que si no buscan trabajo acompañadas de un hombre no pueden ser contratadas”. En la misma línea, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales de Andalucía (Fademur) afirmó en dicha campaña que los empresarios justificaban estas acciones discriminatorias en la fuerza física, a pesar de que la mujer haya demostrado reiteradas veces que puede desempeñar las distintas tareas de la recolección de la aceituna sin la ayuda de un hombre.
En la aceituna, se valora sobremanera el criterio de experiencia, lo que permite que Jaén genere el 20% de la producción mundial de aceite de oliva y el 42% de Andalucía.
MUJERES Y PATRIMONIO
Giovanna G. de Calderón
15 de Noviembre de 2022
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